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El "Ministro de la Motosierra" en Chile: Lecciones y Contrastes

Este semana, tuve el privilegio de asistir a una charla en el CEP notable: la visita de Federico Sturzenegger, Ministro de Desregulación y Transformación del Estado Argentino, junto a Evelyn Matthei.


Sturzenegger inició con una franqueza impactante: "Soy argentino, y les aclaro, no tenemos nada que enseñarles. Argentina ha sido una calamidad los últimos 50 años". Sin embargo, lo que siguió fue una conversación magistral, repleta de ejemplos concretos sobre regulaciones absurdas y valiosas lecciones sobre cómo gobernar y diseñar estrategias complejas en escenarios de minoría parlamentaria.


Expuso con claridad quirúrgica las trampas de las regulaciones absurdas y la necesidad de competencia para romper las rentas de quienes capturan el mercado. Un punto crucial fue su análisis sobre la resistencia a los "conservadores". Mencionó cómo manejaron una propuesta compleja y bien articulada de la oposición: aumentar las pensiones, un tema de alta popularidad. Relató cómo Milei se opuso rotundamente, calificando a los congresistas como "degenerados fiscales" al no especificar la fuente de financiamiento. Su mensaje era claro: sin responsabilidad fiscal, solo se perpetúa la pobreza y se fortalece a "las castas" que viven de la ineficiencia del Estado. Esta postura, manejada comunicacionalmente de forma magistral por el presidente argentino, según Sturzenegger, está en el centro de su filosofía y sentido para gobernar: desafiar con fuerza, franqueza, rigor intelectual y sin temor las políticas populistas.


Su argumento central: la competencia es la clave para desmantelar las rentas de aquellos que capturan el mercado. La desregulación, afirmó, beneficia a las pymes y a los consumidores, ya que las regulaciones complejas favorecen a las grandes empresas con recursos para cumplirlas. Es decir,la desregulación es la mayor y mejor política para favorecer a las pymes y los consumidores”.

 

Contrario a su autocrítica inicial, Sturzenegger nos demostró que tenemos mucho que aprender de su experiencia, ofreciendo una perspectiva esperanzadora para Chile.

Hasta ahí, todo bien. El problema vino después, cuando miramos hacia Chile. Evelyn Matthei compartía esa visión, asentía, tomaba notas. Sin embargo, en su intervención, su tono, en un entorno tan favorable como el CEP, se percibió enojado y agresivo. Quizás, un enfoque más esperanzador sin perder su fuerza y claridad podría conectar mejor con la ciudadanía.

 

Sturzenegger nos enseñó otra lección, aunque sin decirlo directamente: las emociones importan tanto como las ideas. Milei, con toda su crudeza, logra conectar porque vende esperanza, una sensación de cambio radical. Matthei, en cambio, parece atrapada en la indignación. Si quiere construir una mayoría real, necesita algo más que diagnósticos correctos: tiene que emocionar, ilusionar, inspirar. Sin eso, su proyecto puede ser impecable en el papel, pero intrascendente en la capacidad real de gobernar y mejorar la calidad de vida a los Chilenos.


En resumen, la visita de Sturzenegger nos invita a reflexionar sobre la importancia de la responsabilidad fiscal, la desregulación y la competencia, y nos recuerda que el tono y la forma de comunicar son tan importantes como el mensaje mismo si queremos que tenga alguna viabilidad política en Chile. Ojalá Matthei haya captado esa lección.


Cristián Rubio Adriasola

Director de ChileSuma


 
 
 

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