En medio de un enriquecedor intercambio de ideas sobre la batalla cultural en el diario El Mercurio, surge la carta del profesor Squella, dejándonos con una profunda decepción por reducir su visión del diálogo racional como “mayoritariamente una disputa de intereses”.
Si aceptamos la premisa del profesor Squella de que la batalla cultural se reduce mayoritariamente a disputas de interés, entonces el propósito del diálogo abierto y el intercambio de ideas se limitaría a descubrir las posiciones de interés y desenmascarar sus motivaciones ocultas. En este escenario, el diálogo racional se vuelve inviable. Parece que la postura expresada por el profesor Squella refleja más su propia visión del intercambio de ideas, lo cual es lamentable para la sociedad y para un académico que parece haber perdido la fe en la construcción de una sociedad mejor.
Sin embargo, es crucial recordar que el diálogo racional y la búsqueda de la verdad son los pilares fundamentales sobre los que se sustenta el progreso social y el fortalecimiento de la democracia. En lugar de reducir el intercambio de ideas a simples disputas de interés, debemos promover un espacio donde se fomente la diversidad de perspectivas y se busquen soluciones colectivas para los desafíos que enfrenta nuestra sociedad.
Es hora de restaurar la fe en el diálogo como una herramienta poderosa para el cambio y la transformación social. Es hora de rechazar la idea de que la batalla cultural es simplemente una lucha de intereses y reconocerla como lo que realmente es: una oportunidad para el enriquecimiento mutuo y la construcción de un futuro más justo y equitativo para todos.
Cristián Rubio Adriasola
Director
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