En esta columna, exploraremos una ucronía política que plantea una pregunta interesante: ¿qué habría sucedido si Salvador Allende hubiera logrado instaurar el socialismo por la vía institucional? Usaré como trasfondo el libro de Daniel Mansuy “Salvador Allende: La Izquierda chilena y la Unidad Popular”
La obra de Mansuy es fácil de leer, esta bien escrita y se esfuerza por comprender las diversas corrientes de pensamiento dentro de las fuerzas de izquierda que buscaban gobernar Chile y llevarlo hacia el socialismo. Se agradece del autor su intento de analizar el proceso en forma rigurosa y desapasionada, las motivaciones de los líderes de la UP y las complejidades de un proyecto político revolucionario.
Una de las reflexiones iniciales que surgieron del libro es que Salvador Allende tenía la intención de alcanzar el socialismo por medios pacíficos e institucionales, un enfoque que difería notablemente de sus contemporáneos. Su lema, "Por la vía pacífica e institucional", fue una declaración audaz en un mundo donde las revoluciones a menudo estaban marcadas por la violencia. Allende solía mostrar con orgullo una dedicatoria del Che Guevara que decía: "Para Allende que, por otros caminos, trata de obtener lo mismo". Esto confirma su deseo de alcanzar el socialismo, pero de una manera pacífica y dentro del marco institucional. Sin embargo, Allende también reconocía que para lograr este objetivo, se necesitaba una mayoría clara del pueblo que respaldara su proyecto, citando a Engels.
A medida que avanzaba en la lectura, me encontré con la cuestión de las mayorías. En las elecciones de 1971, Allende alcanzó una mayoría marginal, pero no la abrumadora que necesitaba para implementar su visión. La elección de marzo de 1973 fue aún más reveladora, donde a pesar de los problemas internos en el país, obtuvo un sorprendente 43% de apoyo para la Unidad Popular. Sin embargo, esta cifra seguía siendo insuficiente para instaurar una sociedad socialista.
Supongamos, por un momento, que Allende hubiera logrado una mayoría significativa en las elecciones de marzo de 1973, lo que le habría permitido presentar una reforma constitucional profunda respaldada por un plebiscito. Imaginemos que esta reforma hubiera sido aprobada y que Chile se hubiera convertido en el primer país en la historia en instaurar el socialismo por la vía institucional.
Sin embargo, esta ucronía nos lleva a plantear preguntas olvidadas. ¿Cómo habría sido esa sociedad socialista? ¿Habría sido un reflejo de los socialismos reales de la década de 1970, con un partido único, ausencia de alternancia en el poder, sin libertad de prensa, propiedad estatal de los medios de producción y planificación centralizada? ¿Habría sido una utopía realizada o una pesadilla de represión? ¿Habría sido coherente con las palabras del presidente Boric, cuando dijo nuevamente repitiendo las palabras de Allende, que estaban "abriendo las grandes alamedas para construir una sociedad mejor"?
Salvador Allende, indiscutiblemente, merece admiración por su disposición a dar su vida por sus ideales, "morir con las botas puestas", como suele decirse. Al mismo tiempo, comprendemos la admiración que despierta en aquellos que añoran la izquierda por intentar rescatar un proyecto político como el socialismo real que fracasó en todas partes del mundo, pero que Allende buscó implementar de manera pacífica. Su intento de construir un socialismo sin recurrir a la violencia es un ejemplo de audacia en la política, y su figura es recordada como compleja, ambigua y a veces, tal vez, ingenua en la historia política.
En última instancia, esta exploración de la ucronía política nos lleva a plantearnos si existe una parte de la izquierda que sigue evitando una discusión de fondo. ¿A dónde nos habría llevado el socialismo por la vía pacífica si hubiera sido posible? ¿Nos habría ahorrado el derramamiento de sangre que caracterizó a los socialismos reales? La discusión sobre los medios en política es importante, pero no debemos eludir la discusión de fondo sobre el proyecto político de la UP. ¿El actual socialismo que recientemente incorporó el apellido "democrático" representa un intento sutil de alejarse de las ideas tradicionales del Partido Socialista y diferenciarse de sus aliados más izquierdistas? Las respuestas a estas preguntas pueden ayudarnos a comprender mejor nuestro pasado y, quizás, a moldear un futuro más prometedor para Chile.
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